7/14/2009

Entrevista a los despedidos de Sealed Air Quilmes

Los recientes despidos en la multinacional de origen norteamericano Sealed Air, fabrica de envases y embalajes, reúne buena parte de los datos que entrega la actual coyuntura para los trabajadores: la utilización patronal del miedo al despido; la crisis descargada sobre los trabajadores; el rol pasivo del estado, contrastando con las promesas electorales; sindicatos que acuerdan con la patronal, el desamparo del activismo gremial, la pérdida de puestos de trabajo creados en los últimos años y la correlación de fuerzas adversa.


Cristian y Vicente ingresaron a trabajar en la planta quilmeña de Sealed Air, más conocida como Cryovac uno de sus productos, hace cinco años:

- ¿Cómo se inicia el conflicto por el cual fueron despedidos?


- La empresa quiso imponer un acuerdo de “paz social” mediante la llamada firma voluntaria de los trabajadores, que consistía en rebajas de un 23 por ciento, eliminación definitiva del adicional del 6 por ciento de producción continúa que teníamos, suspensión de treinta horas mensuales y no reconocimiento de las paritarias de este año. Todo lo cual ronda en un promedio de 2 mil pesos de rebaja salarial.

- ¿Todos los trabajadores firmaron el acta?

- No, más de 50 trabajadores, no lo consentimos, no firmamos como era la intención de la empresa, que metía la amenaza de los despidos en el medio, como método extorsivo.

- ¿Cual fueron las consecuencias para los que no lo hicieron?


- 19 telegramas de despido, todos de compañeros que no habíamos avalado el acuerdo. Y todos cargados de argumentos falaces como justificativos, una invención para echarnos. Cuando se mandan los 19 telegramas, el 29 de mayo, se paran las actividades hasta la reincorporación de los despedidos. Esto obliga a que intervenga el ministerio, que dictó la conciliación obligatoria. Este periodo en el que volvimos a trabajar todos otra vez duró hasta el 1 de julio, después de las elecciones. Ahí Saeled Air reincorpora a siete, los llaman “recuperables” como un método de división. Lamentablemente la asamblea decidió, bajo amenazas de más despidos, no parar las maquinas como en mayo, con lo cual fue el golpe definitivo. Doce de nosotros estamos en condición de despedidos.

- ¿Como evalúan lo ocurrido?

- Hay de parte de la empresa una clara intención de disciplinar a quienes reclaman, para nosotros puntualmente y para el resto de los trabajadores. Con que animo alguien va a salir a pelear por sus derechos si sabe que lo que le espera es un despido.

- ¿Cual fue la actitud adoptada por el sindicato y el ministerio ante la pérdida de los puestos de trabajo?
- Nosotros pertenecemos al Sindicato de Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas (S.P.I.Q.y.P) de Avellaneda. Fuimos una delegación de compañeros, hablamos con el secretario general Pedro Salas, quien textualmente nos dijo: “pero este arreglo es peor que la ley Banelco” (en referencia a la ley de flexibilización laboral votada bajo coimas durante el gobierno de Fernando De la Rua); nos dijeron que ellos no iban a aceptarlo. Pero cuando se presentaron en la fábrica, se lavaron las manos, dándole vía libre a la acción de la empresa.

En el ministerio de Trabajo tuvimos charlas con el delegado regional de Quilmes, Marcelo Vega, el cual nos explicó que el ministerio solo interviene juntando a las partes.

- ¿Cómo continúa la lucha por ser reincorporados?
- Estamos difundiendo nuestra situación en todos los gremios, organizaciones sociales, partidos políticos de la zona. Esto que hoy nos pasa a nosotros puede ser el puntapié inicial para el resto de los trabajadores: una patronal que tiene vía libre para implementar planes en contra de los convenios colectivos o derechos adquiridos.

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