3/21/2009

A 33 años, no recordamos mucho y aprendimos muy poco

Opinión -Mientras el asunto inunda las pantallas, se supo que, en estas horas, el gobierno provincial de Daniel Scioli está acordando con el ministro Aníbal Fernández la incorporación de efectivos de gendarmería y prefectura al patrullaje de las calles en el conurbano bonarense. Estrategias para “combatir” la inseguridad diseñadas por alguno de los responsables de su existencia, mientras buena parte de la sociedad pide por mano dura, pena de muerte y baja en la edad de imputabilidad.

Ninguna reflexión parece posible frente al dolor de muertes y la violencia cotidiana. El escenario se plantea inequivocamente entre "ciudadanos" y "delincuantes" entre “buenos” y “malos”, entre atacantes y víctimas, excesivo y necesitado de una limpieza y ya. No se pide justicia, se pide venganza y si es posible sangre.

Quienes encabezaron la cruzada esta vez son las figuras televisivas. Susana Gimenez y Marcelo Tinelli a la cabeza. La “diva” del “Miami style” y el empresario mediático que gracias a sus amistades políticas fue favorecido con la adjudicación de una radio en los ´90 por favor de Carlos Menem y Fernando De la Rua, reclaman ahora que les toca, que el estado lo cuide y, con olfato de rating, hecha nafta al fuego. "Yo pago mis impuestos" aseguró entre enojado y ditraído Marce.

Mientras Tinelli y Susana nos entretenían en medio de la fiesta neoliberal del menemismo, el país se encaminaba hacia la quiebra. Los chicos nacidos en esos dos años hoy empiezan la escuela primaria. En las escuelas de los barrios más golpeados los docentes comentan que las capacidades de aprendizaje son dificultosas por la falta de comida en los primeros meses de vida, cuando los comedores populares crecían en cada barriada emprobecida de las grandes ciudades. ¿Sabrán algo de todo esto Marcelo y Susana?.

Si el recalmo toma forma mediática, los gobiernos no van detrás en este aspecto. La decisión de militarizar los “barrios peligrosos” con fuerzas de seguridad que, lejos de combatirlo, son parte fundamental del problema, busca impacto publico con rápidez, pero lejos está de responder a algún plan a largo o mediano plazo, para evitar el delito. El golpe cívico militar de 1976 impactó centralmente sobre dos aspectos de nuestra realidad sobre los que no está mal regresar, a pesar de los discursos belicosos que se escuchan día a día: en principio barrió a sangre y fuego con toda posibilidad de pensar un proyecto más justo e igualitario y complementariamante, instaló un modelo económico de saqueo en un país económicamente muy distinto al que conocemos hoy.

La mano dura, la pena de muerte la baja de la imputabilidad no resuelven el gran problema: Argentina tiene la capacidad de producir alimentos para 300 millones de personas, isn embargo, casi 15 millones se encuentran en situación de pobreza, y más de 6 millones de ellas pasan hambre. El 20 por ciento de la población argentina - unas 7.406.360 personas- sobrevive solo con 2 pesos y veinte centavos por día. El 10 por ciento de ingresos más alto se lleva el 36,4 por ciento de los ingresos, mientras que el 10 por ciento más pobre recibe apenas el 1,2 por ciento. La desigualdad es la madre de la inseguridad.

El discurso difundido por los medios de comunicación es por lo menos incompleto. No repara en que en la gran mayoría de los secuestros y grandes robos participan activamente efectivos de la policía ni en los casos de gatillo facíl ejecutados por la misma fuerza a la que se le pide seguridad. Durante el gobierno de Kirchner los casos sumaron 2 mil. Lejos esta la policía de ser un liga de héroes, más allá de algún ejemplo, en general no ha sabido combatir la propia corrupción, difícil es que pueda brindar seguridad a la comunidad.

Las medidas que se reclaman actualmente ya fueron probadas y no mejoraron demasiado la situación. Las leyes modificadas y endurecidas a instancias del "ingenierio" Juan Carlos Blumberg no han arrojado mayores resultados. Una conclusión se recorta pero como un susurro, porque no hay lugar para ella en esta guerra contra la delincuencia. Nadie responde que pasaría si en vez de más gendarmes y policias, se reclamara más empleo, más salud, más educación, con la misma firmeza, con la misma vehemencia, con la misma continuidad.

Pero, repetimos, no es momento para estos planteos. Los argumentos se pierden entre los discursos encrispados cabalgando la noticia del día y la perdida de un horizonte igualtario. Atajos que, a 33 años del “algo abran hecho” retornan en forma variada: “yo no tengo la culpa” del que buena parte de nuestra sociedad se acuerda solo cuando se siente temerosa de la realidad, solo cuando es probable ser la proxima víctima.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que culpa tenemos los que laburamos, nos tenemos que quedar en el molde? nos tenemos que banacar qye nos roben y nos maten? hay que hacer algo ahora, lo que sea.

Anónimo dijo...

comer todos los dias es algo a lo que todos tendriamos q tener acceso. los datos de la nota reflejan que eso no ocurre. esa deuda de nuestros gobernantes (los militares asesinos y todos los que vinieron despues)es la causa de la inseguuridad.